Mes: mayo 2022

  • Inducción al parto: pros y contras

    Inducción al parto: pros y contras

    Lo deseable para una mujer embarazada es que el parto se produzca de forma espontánea y natural en la fecha prevista. Pero hay veces que la inducción del parto puede ser beneficiosa tanto para la madre como para el niño, cuando no, necesaria.

    ¿En qué casos está indicada la inducción al parto?

    Razones médicas para inducir un parto

    Salir de cuentas 

    La razón más frecuente para que un médico vea indicada la inducción al parto es que la embarazada haya salido de cuentas.

    Un embarazo tiene una duración media de 40 semanas, pero como en momento exacto de la concepción no se conoce generalmente, saber la fecha de parto con precisión es difícil. Por tanto, lo normal es que se espere hasta la semana 42 para inducir al parto, ya que solo entre el 4 y el 5 por ciento de los bebés nacen en la fecha prevista.

    Entretanto, los médicos vigilarán a la madre y al niño con especial atención durante las semanas 41 y 42 del embarazo, y llevarán a cabo revisiones a intervalos diarios.

    En la segunda mitad de la semana 42, a más tardar, se inducirá el parto, ya que existe el riesgo de que la placenta deje de cumplir sus funciones por completo y el bebé pueda sufrir una falta de oxígeno, otras deficiencias en su alimentación o problemas circulatorios.

    Inducción al parto por rotura de bolsa sin contracciones

    En la mayoría de los casos, las contracciones y el proceso del parto comienzan dentro de las 24 horas después de haber roto aguas. 

    Si no se producen contracciones después de romperse el saco amniótico, el riesgo de infección aumenta, de manera que se le ofrece a la madre la posibilidad de inducir el parto. Y si ella prefiere esperar un poco más y no se inicia el parto después de 48 horas, por lo general, es inevitable la inducción.

    Diabetes gestacional

    Las mujeres embarazadas que son diagnosticadas con diabetes gestacional presentan un mayor riesgo de sufrir un parto prematuro con rotura de saco amniótico antes de la semana 38 de la gestación.

    Los bebés de madres diabéticas suelen ganar más peso de lo normal durante la gestación. Así que cuando no se produce el parto prematuro espontáneo y se comprueba que el bebé supera los cuatro kilos, se recomienda la inducción del parto por diabetes gestacional después de la semana 38 del embarazo, a fin de evitar que haya complicaciones en el nacimiento.

    Enfermedades crónicas o agudas

    La inducción al parto también está indicada en caso de enfermedades crónicas o agudas, como la preeclampsia (gestosis hipertensiva), enfermedades renales o hepáticas que podrían dañar el bienestar de la madre y del bebé o llevar a complicaciones en el parto.

    Fuerte estrés físico y psicológico de la madre

    El estrés de la madre puede afectar al desarrollo del bebé y también llevar a complicaciones en el parto, a un parto prematuro o incluso a un aborto espontáneo. 

    Por esta razón, en caso de que la madre esté sufriendo un fuerte estrés físico y psicológico, el médico puede recomendar la inducción al parto después de la semana 37 del embarazo, si el bebé es lo suficientemente maduro.

    Déficit de abastecimiento del feto

    Si el bebé no tiene suficiente líquido amniótico, no le llegan los nutrientes necesarios para desarrollarse con normalidad y, por tanto, deja de crecer. Ante tal situación, el médico puede aconsejar inducir el parto.

    Razones personales de inducción al parto

    Además de las razones médicas que acabamos de mencionar, hay casos en los que la programación de un parto inducido la acuerdan los padres junto con el médico por alguna razón personal, como un viaje inevitable antes de la fecha prevista del parto natural.

    No obstante, lo más aconsejable siempre es no inducir el parto si no es por razones médicas.

    ¿Cuáles son los procedimientos para inducir el parto?

    Métodos de inducción al parto

    En principio, cuando después de la semana 40 del embarazo, el bebé no hace amago de querer nacer, las comadronas aconsejan a la madre ciertos métodos naturales para provocar el parto: practicar sexo, ya que, al liberar prostaglandinas, se fomentan las contracciones; estimular los pezones para liberar oxitocinas, hacer ejercicio, caminar, bailar, reír, etc.

    Pero cuando el parto se debe inducir por razones diferentes a haber salido de cuentas, los profesionales sanitarios recurren a otros procedimientos más especializados.

    Procedimientos médicos para inducir el parto:

    • Abertura del saco amniótico. En este caso, el parto debería tener lugar en un plazo máximo de 24 a 48 horas, ya que, de lo contrario, aumentaría el riesgo de infección y de prolapso del cordón umbilical, que suele ser una indicación de parto por cesárea. Por eso, este método ya se utiliza muy poco.
    • Extracción a mano del saco amniótico. Se hace en el caso de desprendimiento de las membranas. Aquí se liberan las prostaglandinas y, en aproximadamente el 50 por ciento de todos los casos, el nacimiento comienza durante las 48 horas siguientes. El procedimiento puede ser doloroso, pero ofrece la posibilidad de que no sea necesario adoptar medidas adicionales para provocar las contracciones o inducir el parto. Esto no aumenta el riesgo de complicaciones del parto o una cesárea.
    • Administración de prostaglandinas vía supositorios, comprimidos o geles vaginales, que a menudo provocan contracciones severas en un corto periodo de tiempo.
    • Administración del suero para provocar contracciones: una infusión con Syntocinon, una variante sintética de la oxitocina, hormona de la subida de la leche y de la sexualidad. Esto también resulta en contracciones muy severas en un corto período de tiempo y a menudo una llamada “tormenta de contracciones”. Junto con este suero, también se ofrece anestesia epidural (anestesia local) a la mujer durante el parto para mitigar el dolor.

    Ventajas de una inducción del parto

    El número de inducciones de parto que se practican en la actualidad va en aumento, lo cual provoca controversia y rechazo entre los defensores del parto natural. 

    Sin embargo, como hemos visto, en ocasiones, la decisión de inducir el parto puede ser necesaria e implicar también ventajas para la madre y el bebé.

    Tras evaluar numerosos estudios sobre la inducción del parto, investigadores de la  Universidad estadounidense de Stanford llegaron a la conclusión de que, en el caso de los bebés “salidos de cuentas” que esperan demasiado tiempo para nacer, los inconvenientes de la espera a menudo superan a los inconvenientes de la inducción. Por ejemplo, cuando el meconio (los primeros excrementos del bebé) penetra en el líquido amniótico puede ser perjudicial para el bebé.

    Por otro lado, ya en la semana 41 del embarazo, muchos niños mostraron arrugas en la piel y otros signos de que su embarazo ya estaba durando demasiado. Además, los científicos señalaron que, al inducir el parto a partir de la semana 41, se reduce la probabilidad de una cesárea (alternativa).

    Ahora bien, más allá de una gestación excesivamente prolongada, en el caso de otras indicaciones médicas, ocurre al contrario: un nacimiento natural estaría asociado a riesgos demasiado grandes, por lo que no se plantea la cuestión de los pros y contras de la inducción al parto. 

    Inconvenientes de una inducción del parto

    Los detractores de la inducción del parto critican muchas veces el hecho de que sólo sirve para facilitar la programación de las clínicas o que las mujeres embarazadas expresan su deseo de hacerlo por razones “egoístas”. Pero esta es una opinión subjetiva.

    Desde el punto de vista científico, está probado que, comparado con las mujeres que esperan para dar a luz de forma espontánea, las que lo hacen por parto inducido se enfrentan a los siguientes inconvenientes:

    • La anestesia tiene que administrarse casi el doble de veces después de intervenciones para inducir el parto, debido a contracciones intensas y fuerte dolor.
    • La necesidad de medidas adicionales para provocar contracciones se incrementa en un 60 por ciento en el caso de un parto inducido.
    • Se requiere un 60 por ciento más de métodos de monitorización invasivos (CBT/cardiotocografía interna para monitorizar los tonos cardíacos, extracción de sangre fetal).
    • La probabilidad de parto por métodos invasivos vaginales (fórceps, ventosas) aumenta en un 30 por ciento y la probabilidad de una cesárea, en un 50 por ciento.

    En este sentido, el principal criterio para determinar la efectividad de una inducción del parto y qué otras intervenciones médicas puede implicar es el grado de madurez del cuello uterino. Las comadronas evalúan esto y, por lo tanto, cómo avanza el proceso de parto en una escala de 1 a 10 según el llamado método de puntuación Bishop.

    Según este método de evaluación, un valor de 8 o más significa que el cuello uterino está listo para el parto. La inducción del parto ha logrado así su objetivo, con una probabilidad cada vez menor de tener que emplear medidas adicionales para avanzar en el proceso de parto.

    ¿Puede una inducción del parto generar efectos a posteriori?

    No se conocen, de momento, estudios científicos sobre los efectos tardíos de la inducción del parto. 

    Desde luego, lo ideal es un parto natural y lo más rápido posible, por su importancia en términos emocionales para el vínculo entre las madres y sus bebés, tal y como explicó en su obra el famoso ginecólogo francés Frederick Leboyer.

    Pero esto no significa que las mujeres que dan a luz a sus bebés mediante una inducción al parto o una cesárea tengan que temer por que su relación emocional con sus hijos se vea afectada como consecuencia de ese parto no espontáneo.

  • El color de los ojos del bebé

    El color de los ojos del bebé

    Por muy definidas que sean las imágenes de las ecografías actuales, el color de los ojos del bebé es algo que no se puede ver hasta que nace. E incluso ese color de iris que presenta el recién nacido cuando abre los ojos por primera vez, es muy posible que cambie en poco tiempo.

    ¿Qué probabilidad hay de que sus ojos sean azules, verdes o marrones?¿Cuándo se acaba de definir el color de ojos del bebé? 

    El factor genético en el color de ojos del bebé

    Si recuerdas aquellos experimentos con guisantes que nos explicaban en el colegio cuando hablaban de las famosas “leyes de Mendel”, existen genes “dominantes” que se imponen sobre los genes “recesivos” a la hora de transmitir determinados rasgos de padres a hijos.

    Aplicado al color de ojos, es decir, al color del iris que rodea la pupila, los genes dominantes son los oscuros, mientras que los recesivos son los claros.

    Por tanto, si uno de los padres tiene los ojos marrones, es muy probable que el bebé tenga también ojos marrones. De hecho, es este color de ojos el más abundante entre los seres humanos, seguido del azul y el gris.

    Probabilidad de color de ojos del bebé
    Probabilidad de que el futuro bebé tenga un color de ojos concreto, según el color de ojos de sus padres.

    Pero esta regla de los genes dominantes es solo es orientativa, ya que puede suceder, por ejemplo, que una muy determinada combinación de los cromosomas en la ascendencia del bebé dé lugar a que se impongan rasgos recesivos, es decir, los más débiles. Con frecuencia los abuelos transmiten su color de ojos a sus nietos, así que son muchas las opciones.

    A veces, en modelos genéticos muy simplificados, se asigna una probabilidad de 0% para ojos verdes si ambos progenitores tienen ojos marrones. Sin embargo, la genética del color de ojos es más compleja y depende de varios genes. Esto implica que unos padres con ojos marrones pueden portar alelos recesivos que, en casos poco frecuentes, den lugar a ojos claros (verdes o azules). Es decir, el 0% nunca es absoluto.

    El caso es que la ciencia todavía no ha conseguido explicar claramente cuáles son los factores genéticos responsables del color de los ojos del bebé. Además, se pueden producir mezclas de los distintos colores de ojos, por lo que es muy normal que haya sorpresas.

    El color de ojos de los recién nacidos

    El color de ojos de los recién nacidos tiene que ver con la melanina, el pigmento oscuro generado por unas células llamadas melanocitos y que produce la coloración de la piel, el pelo y los ojos.

    En el caso de los recién nacidos con la piel clara, los ojos suelen ser azules porque los melanocitos son todavía inmaduros y no realizan bien su función.

    De las dos capas que componen el iris humano, la inferior está enriquecida con pigmentos de melanina. Si entra luz en el ojo, los pigmentos la absorben y lo protegen así de un exceso de luz. Como en los recién nacidos todavía falta la capa de pigmentos, no se puede producir la absorción, por lo que la luz vuelve a salir del iris y parece azul. Este también es el motivo por el que los recién nacidos son extremadamente sensibles a la luz.

    Cuándo se define el color de ojos del bebé

    Según pasa el tiempo, el ojo va desarrollando los pigmentos y, por eso el color de ojos del bebé se va transformando a lo largo del primer año de vida.

    Conforme pasa el tiempo, si los melanocitos segregan poca melanina, el bebé tendrá ojos azules. Si segrega algo más, sus ojos serán verdes, y si se produce una pigmentación densa, los ojos se verán ámbar, marrones, avellana o negros. Es decir, cuanta más pigmentación produzcan los melanocitos, más oscuro será el color de color de ojos del bebé cuando crezca.

    Aunque rara vez ocurre, también hay niños que acumulan más pigmento en un ojo que en otro, de forma que llegan a tener cada ojo de un color distinto (normalmente azul y verde).

    Cuando el bebé tiene 6 meses, ya se puede intuir el color de ojos que va a mantener. Pero es a partir de los 18 meses cuando los padres pueden dar por seguro que el color de ojos de su hijo/a ya se ha formado definitivamente

    Sin embargo, no debes confiarte del todo, porque se han dado casos de niños a los que les vuelve a cambiar el color de ojos durante la pubertad.

    La influencia del sol en el color de los ojos

    Los investigadores coinciden en que, en la historia de la evolución, el color de ojos de los seres humanos está estrechamente relacionado con la radiación solar

    Por eso, la mayoría de las personas del Polo Norte tienen ojos azules o gris pizarra, porque allí el sol brilla menos que en el resto del planeta.

    Esta vinculación entre melanina, pigmentación y radiación solar explica también por qué los bebés de piel morena suelen nacer en lugares del planeta más soleados y por qué la mayoría de ellos tienen los ojos oscuros desde el principio. Durante el embarazo, se genera por precaución una cantidad de melanina más elevada para proteger los ojos del bebé de la luz solar desde su primer día de vida.

    No obstante, el color de los ojos de estos niños que nacen ya con pigmentación oscura también se va transformando a lo largo del primer año, y se pueden oscurecer aún más e incluso llegar a ser de color negro intenso.

    Así que ya ves que no puedes predecir el color de los ojos del bebé antes del día del parto ni tampoco saber si el color de su iris de recién nacido será el que tenga el resto de su vida. Aunque, al fin y al cabo, tampoco es muy importante, ¿no?