Mes: febrero 2022

  • La fecha del parto: un valor orientativo pero no preciso

    La fecha del parto: un valor orientativo pero no preciso

    Las madres y los padres que están esperando un bebé siempre tienen curiosidad por saber la fecha exacta en que su retoño va a venir al mundo y van a poder cogerlo, por fin, en sus brazos. Pero lo cierto es que solo entre el 4 y el 5 por ciento de los bebés nacen en la fecha prevista.

    No obstante, aunque no se pueda calcular con exactitud la fecha del parto, sí hay fórmulas para saber la fecha aproximada, lo cual ayuda no solo a organizarse en casa sino también a evaluar el desarrollo del bebé durante el embarazo.

    ¿Cómo se calcula la fecha del parto?

    Sin olvidar que se trata de un valor orientativo y que solo fija un margen, lo primero que hay que averiguar para calcular la fecha de parto es el día aproximado en que se ha iniciado el embarazo.

    La ovulación y, con ello, la posibilidad de quedarse embarazada, suele caer en la mitad del ciclo. El óvulo vive luego unas doce horas. Si no se fecunda durante ese tiempo, muere y se expulsa con el siguiente periodo. Así, el comienzo real de un embarazo es  casi idéntico al momento de la ovulación, que por regla general no se puede medir con exactitud.

    Por eso, el cálculo de la duración de un embarazo se basa en el primer día de la última menstruación, que es un dato fácil de controlar. A ese día se le conoce técnicamente como FUM (último período menstrual) o FUR (fecha de tu última regla).

    A partir de esa fecha, se cuentan 280 días ó 40 semanas, aunque el embarazo en sí realmente dura solo 38 semanas. En las dos primeras semanas que se han calculado todavía no existe el embarazo, sino que el cuerpo se prepara para quedar encinta.

    Para contar los 280 días ó 40 semanas a partir de la FUR, te puedes ayudar de un calendario como el que te mostramos en el artículo Cómo saber si estoy embarazada: síntomas y pruebas de embarazo.

    Regla de Naegele

    Por otro lado, existe una fórmula para averiguar la fecha probable del parto (FPP), llamada “regla de Naegele”. Es la que tiene mayor aceptación entre los especialistas y está recomendada por la Organización Mundial de la Salud. 

    Regla Naegele para calcular la fecha del parto

    Por ejemplo, si tu FUR (fecha de la última regla) es 1-11-2020, la fórmula quedaría así:

    Sumas 7 días = 8

    Restas 3 meses = mes 8 (agosto)

    Añades un año (excepto si tu última regla fue en enero o febrero) = 2020

    Resultado de tu FPP: 8-agosto-2021

    Puedes usar esta fórmula para una primera aproximación a tu FPP, pero será la ecografía que te realice tu ginecólogo/a la que te dé el dato más fiable.

    ¿Cómo determina el médico la fecha prevista para el parto?

    Normalmente, entre la semana 9 y 12 del embarazo, se realiza la primera ecografía, y ahí el médico también verifica la fecha de nacimiento calculada

    Los datos físicos en los que se basa el especialista son la longitud céfalo-caudal del niño o el diámetro del hueso craneal entre las sienes. Si hay más de cinco días entre la fecha de nacimiento calculada y la fecha determinada por la ecografía, el nuevo valor se convierte en la fecha de nacimiento prevista.

    Después de la semana 12 de embarazo, los médicos no suelen corregir la fecha de nacimiento, ya que a partir del segundo trimestre de embarazo, cada bebé tiene su propio ritmo de crecimiento individual. Por tanto, la medición de la longitud corporal o del diámetro craneal deja de cobrar importancia.

    Si una mujer no se entera de que está embarazada hasta que ha pasado el tercer mes de embarazo, el médico determina en la ecografía todos los datos que le permitan sacar conclusiones sobre la fecha de nacimiento. Entre estos datos, cabe destacar el diámetro transversal de la cabeza, la longitud del fémur y la circunferencia abdominal del bebé a la altura del cordón umbilical.

    Importancia de la fecha de nacimiento para la evaluación médica del embarazo

    Determinar la fecha de nacimiento esperada lo más exactamente posible es importante para evaluar el nivel de desarrollo del bebé y para llevar a cabo ciertos procedimientos médicos. 

    Por ejemplo, una cesárea no se programa generalmente antes del comienzo de la semana 38 del embarazo, debido a que el cuerpo del bebé y, sobre todo, su función pulmonar no están completamente desarrollados hasta entonces.

    Incluso en el caso de complicaciones del embarazo, contracciones prematuras o partos prematuros, saber con más o menos con exactitud la duración real del embarazo permite minimizar los riesgos tanto para la madre como para el niño.

    ¿Y si el parto se retrasa?

    Aunque pueda originar inquietud, el nacimiento “salido de cuentas”, por lo general, no es peligroso para el bebé, y casi siempre se produce en el margen de tiempo normal para el nacimiento. Lo importante es que la placenta siga cumpliendo bien sus funciones y, por tanto, el bebé esté bien.

    Por este motivo, a partir de la semana 40 se controla el embarazo con mucha más frecuencia. Si no hay complicaciones, el parto se induce normalmente a mediados de la semana 42, ya que si se prolongara más, estaríamos hablando de un embarazo postérmico o posmaduro y sería perjudicial para el bebé.

    Así pues, cuando pienses en la fecha del parto, hazte a la idea de que un embarazo puede durar entre 37 y 42 semanas, por lo que has de contar siempre con esa horquilla. Así, solo tendrás que preocuparte de acudir a las revisiones rutinarias en tu centro médico.

  • Gases en el bebé: molestos pero fáciles de aliviar

    Gases en el bebé: molestos pero fáciles de aliviar

    Los gases en el bebé durante los tres primeros meses de vida son muy frecuentes y, en muchas ocasiones, desencadenan ataques repentinos de gritos continuos. 

    El aire y otros gases pueden llegar al estómago de tu bebé cuando este llora, bebe o simplemente respira. Incluso aunque haya bebido poca leche, las flatulencias pueden generarle una incómoda sensación de pesadez que haga que se encuentre mal.

    Muchos padres conocen esta situación como «cólico de los tres meses» o «cólico del lactante». ¿Es tu caso?

    Para empezar, te diremos que algunos expertos atribuyen esta fuerte tendencia a los gases a que el aparato digestivo del bebé aún no está del todo desarrollado.

    Cómo detectar si tu bebé tiene gases

    A algunos bebés les cuesta mucho eliminar el aire de la barriga y necesitan un eructo después de cada comida. Otros, en cambio, apenas tienen problemas.

    Observa si tu peque para repentinamente de mamar o de beber del biberón, tuerce el gesto y empiece a llorar. Lo más probable es que tenga gases.

    También puede suceder que, aunque no arranque a llorar, tu bebé proteste retorciéndose y haciendo muecas cuando lo quieres acostar después de darle el pecho. En este caso, la razón pueden ser los gases o simplemente que tenga pipí. 

    Beber del biberón suele dar más gases

    El bebé que toma biberón tiene más gases

    Según las comadronas, los bebés que maman tienen menos problemas de gases los que llevan pocos días bebiendo del biberón. Esto se debe principalmente a que los niños que maman pueden controlar el flujo de leche del pecho hasta cierto punto, por lo que, en succionan más despacio y tragan menos aire que si toman el biberón.

    Además, cuando se coloca al bebé correctamente junto al pecho durante la lactancia materna, la anatomía de su boquita se adapta perfectamente a la areola, por lo que no puede entrar aire o entra muy poco.

    En cambio, el diseño de la tetina de los biberones hace que el bebé trague bastante más aire. Por eso, los padres deberían tener en cuenta las siguientes recomendaciones cuando dan el biberón:

    • La inclinación del biberón es óptima cuando la leche reemplaza todo el aire de la tetina.
    • El bebé no debe comer tumbado, sino medio erguido.
    • Después de cada comida hay que darle unos golpecitos para que eructe.

    No obstante, hay modelos de tetinas que se inspiran en el pezón de la mujer, por lo que la boca del bebé se adapta mejor a su forma.

    Dicho todo esto, hay que recordar que los bebés que maman también necesitan eructar, sobre todo cuando la madre presenta mucho reflejo de eyección de la leche – subida de leche abundante- y el niño bebe rápido.

    Cómo puedes ayudar a tu bebé a expulsar los gases

    Existen tres posturas para ayudar al bebé a expulsar los gases:

    Sobre el hombro

    Con el culito bien asentado sobre el pliegue del codo, el bebé apoya la cabecita sobre tu hombro mientras lo acaricias o golpeas suavemente en la espalda con la mano libre.

    La postura del avión

    El bebé se coloca boca abajo sobre tu antebrazo  y tú le sujetas la cabecita con una mano y con la otra puedes frotar su espalda. Puedes probar la misma postura pero colocando al bebé sobre tus piernas en vez de sobre tu brazo.

    Sentado erguido

    El bebé se sienta sobre tu regazo, con la espalda contra tu estómago. Tienes que sujetar al niño por debajo de tus brazos, con tu mano bajo su barbilla, e inclinarle el tronco ligeramente hacia delante. Con la mano libre, le puedes acariciar o golpear suavemente la espalda.

    Pies hacia nariz

    Esta maniobra se realiza con el bebé tumbado boca arriba. Sencillamente, coge sus piececitos y ve acercándolos con cuidado hacia su nariz.

    Masaje en el abdomen

    Otra forma de ayudar a tu bebé a expulsar los gases y a aliviarle el dolor es dándoles un masaje en el abdomen. Más adelante, te explicaremos cómo.

    Lo mejor es que pruebes todas las posturas para ver cuál es más cómoda tanto para ti como para el bebé. Si el eructo o el pedo tarda mucho en producirse, puedes ir cambiando de postura.

     

    Cuándo ir al médico por los gases del bebé

    La mayoría de bebés superan la etapa de los gases sin problemas. En cuanto se vuelven más ágiles y pueden moverse solos, desaparecen  las flatulencias causadas por un exceso de aire en la barriguita.

    Sin embargo, debes llevar al pediatra a tu bebé si sufre fuertes flatulencias o manifiesta dolencias llamativas de un día para otro. Alguno de los siguientes síntomas pueden darte la señal de alarma:

    • Flatulencias con ataques de gritos tras cada comida.
    • Excrementos líquidos, espumosos o que salpican.
    • Excrementos extremadamente sólidos.
    • Rechazo a beber.
    • No ganar peso.

    En estos casos, detrás de las flatulencias combinadas con los demás síntomas podría esconderse una enfermedad grave que el pediatra deberá aclarar y, en caso necesario, tratar.

    Cuanto menos tiempo tenga el bebé, menos debes tardar en consultar al pediatra si se presenta este cuadro de síntomas y gases.

    Por otro lado, para los padres que están sometidos a mucha tensión a causa de estos problemas que generan los gases del bebé, también puede ser recomendable ir al médico y recibir asesoramiento y ayuda profesional. 

    Consejos de prevención y tratamiento

    • Empecemos por aclarar que no se ha demostrado científicamente que los alimentos flatulentos que coma la madre provoquen gases en el lactante. 
    • Cuando le des el biberón a tu bebé, procura que no quede espuma después de haberlo agitado.
    • Merece la pena que pruebes diferentes tamaños de agujero de la tetina para que entre la mínima cantidad de aire posible.
    • También puedes relajar el estómago del bebé haciéndole masajes suaves circulares en la barriguita, en el sentido de las agujas del reloj (si es necesario, con aceite de comino). Un pedo sonoro te  indicará que la flatulencia se ha disuelto literalmente.

    En el siguiente vídeo, puedes ver la mejor forma de hacerle un masaje a tu bebé para aliviar los gases:

     

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    • Contra las flatulencias frecuentes, las comadronas también recomiendan remedios naturales, como la manzanilla o los supositorios de comino.
    • Si el pediatra detecta intolerancia a algún alimento, recomendará una dieta especial. Llegados a este punto, quedará descartado cualquier tipo de experimento y el pediatra deberá supervisar cualquier cambio de alimentación al respecto.

    Así que ya sabes, los gases en los bebés son un problema muy común, que desaparece normalmente cuando el bebé empieza a moverse por sí mismo.

    Mientras tanto, no olvides provocarle el eructo después de cada comida y visitar al pediatra si observas dolencias poco claras o especialmente agudas.